– Como valora el premio de Honor de los Mestre Mateo?
– Con mucha ilusión, con mucho cariño. Estoy maravillada, estoy contenta porque es el reconocimiento de mis compañeros. Todos los premios están bien y puedes llevar muchos de gente que no conoces y tiene valor, claro. Pero el de tus compañeros supone muchas cosas.

 

– Usted lleva vivido toda la etapa profesional del audiovisual en Galicia. Como cambió el trabajo de interpretar desde que comezó?
– Hubo un cambio grandísimo. En todo. Cuando comecéi era todo mucho más precario. Había que improvisar muchas cosas y había que hacer cosas sobre la marcha. Sobre todo porque había muchos menos medios. Yo trabajé en Servicio de Urgencias, que la dirigía Xaime Fandiño, y los estudios de grabación de hoy comparados con los de aquel tiempo parecen la NASA. Hubo un desarrollo de los medios muy grande y eso se nota mucho. Hubo evolución, antes también era profesional pero había muchos menos medios.

– Que echa de menos no haber hecho?
– Siempre hay papeles que no puedes hacer, que te gustarían pero que no te ofrecen. Yo tuve la suerte que los papeles que no pude hacer en las series puden hacelos en los cortometrajes que para mi, fueron todos una experiencia estupenda en muchos sentidos. Así que si en las series no pude hacer algún papel me quité la espina en los cortos. Por ejemplo, actué en un corto, Dulce, que consiguió 120 premios, pero dos de esos premios fueron muy especiales porque fueron concedidos por gente como Francis Ford Coppola y Ridley Scott.

– Pero algún rol concreto…
– Nunca hice de mala malísima. Y tenía ganas, pero parece ser que no doy ese perfil.

– Y no tiene  ganas de trabajar?
– Sí, claro. Lo que pasa es que ahora las series, por ejemplo, se hacen de otro modo, con otros argumentos y con gente más joven. Ahora se me ve menos, la última vez que estuve en una serie fue Escoba!, y como digo yo, estábamos allí todas las viejas glorias de la profesión, Rosa Álvarez, Elina Luaces, Mela Casal… incluso estaba Ernesto Chao, que pienso que es el actor con el que más veces trabajé en mi vida. Pienso que ahora también se trabaja a un ritmo muy diferente. Si antes había que grabar diez páginas de guión por día, ahora hay que grabar treinta. Esto supone un sacrificio grande para los actores: mucho estudiar fuera del estudio y luego un ritmo muy grande en la grabación.

– Y que la paren por la calle para hablar con usted qué tal lo lleva?
– Muy bien, porque yo soy muy abierta, son mucho de hablar con la gente, y no me molesta que me hablen de los personajes. Por otra parte, en esta profesión, sería una descortesía no atender a esa gente porque, al fin y al cabo, son ellos, los espectadores, quienes nos mantienen, quien justifica nuestro trabajo.

– Comezó en el teatro, pero no tuvo mucho tiempo de prodigarse en él.
– La verdad es que no. Mientras hice televisión, casi no tenía tiempo para nada más y el teatro, a pesar de que me gusta mucho, fue quedando un poco apartado. Pero el teatro para una actriz es vida. Al escenario sales a morir o matar, como un torero. No se puede repetir. Eso da mucha vida. En el teatro eres tu con todas las consecuencias.